jueves, 7 de mayo de 2020

EN EL REINO DE LO FANTÁSTICO



EN EL REINO DE LO FANTÁSTICO   Por: Miguel Reyes

En estos días se han estado conociendo las propuestas de diversos autores al Premio Nobel de Literatura, también habrían de mencionarse aquellos que a pesar de tener una obra inigualable y quizás hasta de mayor significación que muchos de los premiados, por razones que escapan a la comprensión de todos, nunca fueron tomados en cuenta por la Academia Sueca de la Lengua para el otorgamiento de este galardón. Entre estos grandes despreciados se encuentran los máximos representantes de la literatura fantástica, los sudamericanos Jorge Luis Borges, el más universal de los escritores en castellano, y José Donoso.

Uno de los mayores desaciertos de la Academia Sueca fue su reiterada actitud de no premiar a Jorge Luis Borges, quien dejó una de las obras más exquisitas en cuanto a su calidad y profundidad, a la vez que se manifestó́ en los más diversos géneros literarios, como un conjunto único de ingenio, inteligencia y perfección expresiva.

La literatura de Borges simboliza la literatura de la fantasía como un recurso de la inteligencia, en que ordena sus planteamientos dentro de un criollismo que sólo tenía su interpretación a través de lo metafísico, de aquello que escapa a una explicación común y coherente para conducirnos a un total escepticismo.

El escritor narra en la mayoría de sus relatos desde la primera persona, para ir descifrando los laberintos mentales del hombre, y dentro del género asumirlos como propios en la contemplación de una realidad mentalizada en que perviven los mitos y se incorpora la utopía.

En sus últimos tiempos para acompañar su vejez le llega la ceguera, dificultad que le ayuda a conocer los matices silenciosos de la oscuridad y adentrarse en su propio mundo en un proceso de interiorización para develar sus misterios y convocar sus fantasmas en la luminosa llama de sus palabras. Su vida se convirtió desde entonces en un sueño interminable en el que la realidad sólo tenía espacio en su recuerdo personal. No podía escribir por sus propias manos, sólo requisaba en su mente fértil los instrumentos que desde su oscuridad le permitieran descubrir los enigmas de la vida del hombre a través de sus propios fantasmas.

La obra de Borges se basa en la inteligencia crítica, donde la imaginación y la fantasía se presentan como elementos definitivos en su justificación de la existencia, cuando recurre a la fórmula schopenhaueriana de que “toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro una cita, toda humillación una penitencia, todo fracaso una misteriosa victoria, toda muerte un suicidio”.

La mejor definición de Borges la realiza él mismo, cuando expresa: “Se me pregunta a menudo cuál es mi mensaje: la respuesta más obvia es que no tengo mensaje. No soy ni pensador ni moralista, sino simplemente un hombre de letras que convierte sus propias perplejidades y el respetable sistema de perplejidades que llamamos filosofía en formas de literatura”.

Por otra parte, un poco más joven pero envuelto en el mismo manto de la literatura fantástica, la obra del chileno José Donoso se sitúa entre las más connotadas de los narradores latinoamericanos contemporáneos. En sus obras la imaginación sustituye a la realidad, cuando esta última pasa a ser un mero elemento de referencia para el lector. Un rico lenguaje de imágenes y símbolos se convierte en su elemento esencial de expresión. La metamorfosis de sus personajes busca calcar la sociedad de una manera degenerada, cuando utiliza ese elemento kafkiano, de transmutar los entes para convertirlos en especímenes inesperados.

El obsceno pájaro de la noche, la obra más importante de Donoso, resulta ser la descripción de un mundo social que degenera en un mundo monstruoso del que la lógica y la razón desaparecen, donde la realidad se convierte en trampa, perspectiva falsa, actitud y hecho inexplicable.

Tomado de: Reyes Sánchez, Miguel. La creación literaria en el siglo XX.
 República Dominicana: Ediciones 2.000.